05 septiembre 2006

La mujer campesina boliviana


En Bolivia la presencia de las mujeres en la construcción nacional y en el conflicto social ha sido permanente desde los levantamientos indígenas del siglo XVIII. Tras la independencia, sus luchas han estado ligadas a proyectos globales de transformación y cambio social.


Históricamente su acción política ha sido de afirmación de sus derechos ciudadanos y de resistencia contra las diferentes dictaduras. No obstante, pese a esta presencia, la identidad de las mujeres y sus demandas no han sido incorporadas al sistema político, en especial al sistema de partidos y sindicatos, ejes de la vida pública y social.


(Mujeres campesinas de la Comunidad de Tuscaupuio Centro)

En las últimas cuatro décadas los rasgos vitales de las mujeres bolivianas se han modificado sólo moderadamente, a excepción de los principales núcleos urbanos donde ese cambio ha sido mayor. Con todo, en promedio, continúan siendo fundamentalmente jóvenes, la mitad reside en zonas rurales y tiene todavía cerca de cinco hijos por cada mujer. Su participación económica se ha ido haciendo más visible conforme ha mejorado el registro de ésta en Censos y Encuestas. Las mujeres representan una gran fuerza en el trabajo, dicha participación laboral se hace en condiciones difíciles desde la crisis económica de los años ochenta y los programas de ajuste que la sucedieron, con un incremento importante de la informalidad y deterioro salarial. El ingreso promedio de las mujeres que trabajan económicamente sigue siendo apreciablemente menor que el de los hombres.

(Educadora trabajando en el mejoramiento de una vivienda en la Comunidad de Patati Chico)

(Campesinas vendiendo sus productos al paso de un autobús por la carretera. El plato de comida lo venden al precio de 5 bolivianos de los cuales ganan 1 boliviano, equivalente a 0.10 céntimos de €)

(Mujer campesina al cargo del almacén de materiales para el mejoramiento de las viviendas en la Comunidad de Tuscaupuio Centro)

Las condiciones de vida de las bolivianas se encuentran entre las más deprimidas de América Latina. Su nivel educativo ha mejorado lentamente y se encuentra todavía por debajo del de los hombres, situación que las diferencia claramente de las mujeres de la gran mayoría de los países latinoamericanos, donde ese nivel se elevó sustancialmente en las dos últimas décadas. Los indicadores de salud también se sitúan entre los peores de la región, con el agravante de que el sistema de salud atraviesa una crisis generalizada desde mediados de los años ochenta. La mayor parte de la asistencia sanitaria dependía en Bolivia del apoyo de la cooperación internacional. La alta mortalidad infantil y materna se corresponde con una escasa cobertura de sistemas de salud reproductiva, en un país donde destaca el bajo uso de medios eficaces de control de la fecundidad al lado del nivel más alto de América Latina en cuanto a natalidad no deseada.

(Las mujeres campesinas suelen llevar a sus guaguas (niños) a sus espaldas en esta especie de mochilita)

(Mujer campesina a cargo de la casa y de sus tres guaguas en la Comunidad de Tuscaupuio Centro)

La incorporación de las bolivianas a posiciones de poder ha estado marcada por los procesos políticos vividos por el país. En 1968 una mujer ocupó una cartera ministerial y sólo en 1990 otra participó en el Gabinete. Por otra parte, la accidentada lucha por la restauración democrática, con dictaduras, fraudes electorales y golpes militares, colocó, en 1979, en la Presidencia de la República -en forma interina- a Lydia Gueiler, dirigenta de gran trayectoria en la Revolución de 1952. Sin embargo, en el Gabinete actual no hay mujeres. No obstante, nunca una mujer ha ocupado una Magistratura en la Corte Suprema de Justicia. Al mismo tiempo, si bien su acción en los partidos políticos como el Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR, que fue determinante para el éxito de la Revolución, ésta no se ha traducido, sino ocasionalmente, en cargos de dirección partidaria. Los sindicatos mineros y campesinos, eje de los procesos políticos y sociales de los últimos cincuenta años, han contado con un apoyo extraordinario en los Comités de Amas de Casa y las organizaciones de mujeres campesinas, que no han logrado la aceptación de su capacidad política autónoma ni el reconocimiento del derecho a voto en las organizaciones nacionales.

(La mayoría de las veces que se celebran asambleas o reuniones sobre algún problema de la comunidad, suelen acudir más mujeres que hombres)

(Cuando se celebra algún acto, talleres o actividades correspondientes a sacar a delante la comunidad, la mayoría de sus participantes son mujeres)

El movimiento social de mujeres, surgido en condiciones de extrema pobreza y explotación, se nutre de diversas vertientes, como la sindical minera y campesina, pero también de aquélla que nace de la distribución de alimentos por el desabastecimiento y la escasez que se instalaron en Bolivia desde la década de los 50 y que dieron origen a las donaciones de excedentes agrícolas por parte de Estados Unidos y otras agencias de cooperación internacional. Son miles las organizaciones y grupos receptores de alimentos. Los clubes de madres, los comités de amas de casa de los barrios populares, los comités populares de salud, los núcleos de educación femenina, todos apuntan a la satisfacción de necesidades básicas.

(Mujeres manifestando la alfabetización en la Comunidad de Mayu Molino)

(Mujeres campesinas de las comunidades de Patati Grande, Patati Chico y Pajcha, manifestándose en contra de la enfermedad del Chagas)

A continuación presento una tabla donde se aprecia los indicadores de género obtenidos a través del INE de Bolivia.



(Carmen Zelada, responsable del almacén de materiales de la Comunidad de Patati Chico)

(Sonia, coordinadora del proyecto Educación para la Salud, ONG boliviana con la que colaboro. Nunca olvidaré a esta mujer incansable y luchadora)

(Doña Juanita, presidenta de mujeres de la comunidad de Tuscaupuio Centro)

En el ranking mundial de desarrollo de género del año 2001, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la mujer boliviana está ubicada en el puesto 94, muy por debajo de las féminas del resto de los países de Sudamérica y con niveles de bienestar ligeramente superiores sólo a los registrados en Nicaragua, Honduras, Guatemala y Haití, que son los últimos en el hemisferio continental.

(Mujeres campesinas amarrando comida para trasladar a la montaña)

Como experiencia personal quiero destacar que las mujeres en la sociedad boliviana tienen una gran importancia para su sostenibilidad y desarrollo de la misma. He podido comprobar en las comunidades donde coopero como, la mayoría de los cargos que se dan para el control y el manejo de los almacenes son para mujeres, que gestionan todos los materiales que entran y salen, los saldos, recibos, llevan a cabo los actas de las reuniones de la comunidad, colaboran activamente en las ferias y campañas educativas que realizamos…y además de todo lo mencionado son claramente la verdadera cabeza de la unidad familiar.

Cada una de las viviendas que se están mejorando con el proyecto Educación para la Salud, tiene su propio expediente o carpeta, en la que se anotan todos los materiales que tienen a su disposición, se anotan las visitas domiciliarias que realizamos. A cada carpeta se le asigna el nombre de la mujer de la casa. Con esta medida se fomenta el papel tan importante que tiene la mujer en la casa y en concreto en esta sociedad boliviana campesina.

Para terminar quiero expresar mi agradecimiento a todas las mujeres campesinas que estoy conociendo, mujeres que estan dejando una huella imborrable dentro de mi, mujeres que sin lugar a dudas representan el pasado, presente y futuro de una lucha y de un sueño que quiero compartir y por el que quiero seguir luchando.

(Charlando con una campesina en la Comunidad de Catachilla)

(Preparando la comida después de una jornada laboral en la Comunidad de Patati Chico)

(Doña Juanita siempre permanecera en mi recuerdo)

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