Hoy estuve toda la mañana en una comunidad que se llama CATACHILLA mi trabajo ha consistido en la supervisión y control de las viviendas, de que estén limpias y ordenadas, además hemos hablado mucho de la enfermedad…
Para mi ha sido un reto puesto que me han dejado sola con una de las promotoras de la comunidad.
Me han tenido que ir traduciendo el quechua, porque todo el mundo habla ese idioma y prácticamente no entiendo nada.
La experiencia ha sido muy interesante, visite sola 25 viviendas, y no os podéis imaginar como estaban, solo he encontrado 2 en la que se podía vivir bien, a muchas les faltaba la cocina y el baño, y a otras les faltaba mucho para acabar, a pesar de que la entrega de viviendas es la semana que viene, en muchas habia escasez de material.
Mi trabajo de supervisora consistia en exigirle, entre otras cosas, cuestiones tan elementales como que hicieran las camas, que limpiaran las habitaciones, que la cocina no puede estar en el mismo cuarto que las camas, etc...
La verdad es que ha sido un poco duro ya que cuando llegaba a una casa y me presentaba, tenia que entrar en todas las habitaciones de la casa y tenía que llamarle la atención si veía algo fuera de lo normal y a veces se me ha puesto un nudo en la garganta porque ellos solamente me decían: SI SEÑORITA, SI SEÑORITA…
No tenemos más remedio que actuar así porque ellos no son conscientes de que la vinchuca se instala en la suciedad y en el desorden…
Cuando me iba les daba la mano y les daba la enhorabuena por el trabajo que estaban realizando y sobre todo siempre les he dado animo, mucho animo. En casi todas las casas tambien he tenido unos momentos entrañables para jugar con los niños.
Recuerdo una casa donde tenían 5 camas y ninguna estaba hecha, además toda la ropa sucia estaba por encima y había una niña que le he dicho: ”quieres que te enseñe a hacer la cama”. Juntas las hemos hecho y hemos doblado toda la ropa. Me ha prometido que para la próxima vez que vaya, va a tener todo recogido… teniais que haber visto su carita.
Cada vivienda, cada familia es una historia, una historia que nunca olvidaré en esta mañana en la que me he enfrentado yo sola a la verdadera realidad en la que viven estos campesinos. Realidad que pretendemos, desde este programa de cooperación, ir cambiando poco a poco.
La verdad es que la experiencia de hoy ha sido muy emotiva, me gustaría que hubierais estado para compartirla con vosotros, porque ha merecido la pena.
Para mi ha sido un reto puesto que me han dejado sola con una de las promotoras de la comunidad.
Me han tenido que ir traduciendo el quechua, porque todo el mundo habla ese idioma y prácticamente no entiendo nada.
La experiencia ha sido muy interesante, visite sola 25 viviendas, y no os podéis imaginar como estaban, solo he encontrado 2 en la que se podía vivir bien, a muchas les faltaba la cocina y el baño, y a otras les faltaba mucho para acabar, a pesar de que la entrega de viviendas es la semana que viene, en muchas habia escasez de material.
Mi trabajo de supervisora consistia en exigirle, entre otras cosas, cuestiones tan elementales como que hicieran las camas, que limpiaran las habitaciones, que la cocina no puede estar en el mismo cuarto que las camas, etc...
La verdad es que ha sido un poco duro ya que cuando llegaba a una casa y me presentaba, tenia que entrar en todas las habitaciones de la casa y tenía que llamarle la atención si veía algo fuera de lo normal y a veces se me ha puesto un nudo en la garganta porque ellos solamente me decían: SI SEÑORITA, SI SEÑORITA…
No tenemos más remedio que actuar así porque ellos no son conscientes de que la vinchuca se instala en la suciedad y en el desorden…
Cuando me iba les daba la mano y les daba la enhorabuena por el trabajo que estaban realizando y sobre todo siempre les he dado animo, mucho animo. En casi todas las casas tambien he tenido unos momentos entrañables para jugar con los niños.
Recuerdo una casa donde tenían 5 camas y ninguna estaba hecha, además toda la ropa sucia estaba por encima y había una niña que le he dicho: ”quieres que te enseñe a hacer la cama”. Juntas las hemos hecho y hemos doblado toda la ropa. Me ha prometido que para la próxima vez que vaya, va a tener todo recogido… teniais que haber visto su carita.
Cada vivienda, cada familia es una historia, una historia que nunca olvidaré en esta mañana en la que me he enfrentado yo sola a la verdadera realidad en la que viven estos campesinos. Realidad que pretendemos, desde este programa de cooperación, ir cambiando poco a poco.
La verdad es que la experiencia de hoy ha sido muy emotiva, me gustaría que hubierais estado para compartirla con vosotros, porque ha merecido la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario